El hipnotizador circense es el que presenta espectáculos de índole circense o teatral para todos los públicos, bien sea bajo la lona del circulo tradicional, en los salones de teatro o en un estudio de televisión. Estos profesionales han concitado de antiguo el interés del gran público y con frecuencia han encendido la imaginación popular con sus sensacionales demostraciones de poderío y destreza mental. Para el neófito o el no iniciado, las actividades desarrolladas por estos experimentadores parecen ser de naturaleza histriónica o mágica, pero los estudiosos del problema saben perfectamente que, muy por el contrario, sus procedimientos son de índole extremadamente científica y cuidadosamente calculados, aprovechando los principios y reglas de la hipnosis para conseguir los fines propuestos.
A fin de clarificar el concepto y hallarnos en plena posesión de todos los hechos pertinentes, supongamos que nos concentramos en una función de este tipo, cómodamente sentados, y procedamos a analizar el espectáculo, anotando cuidadosamente cuáles son o pueden ser los componentes científicos de su aproximación a la sensibilidad de la audiencia reunida para presenciar sus demostraciones.
El sujeto está sentado en le escenario. Se ha ofrecido en forma voluntaria y ha sido aceptado. El hipnotizador se dirige hacia él y le ordena con voz suave y sedante que entre en un sueño hipnótico profundo o, simplemente, quede “dormido”.El sujeto obedece de inmediato las órdenes o sugestiones recibidas, de manera automática, con movimientos desprovistos de espontaneidad, como si fuera un robot, sin voluntad propia, que ejecuta de manera inconsciente y sin intervención de la voluntad los movimientos deseados por el amo.
¿Cuál es la razón de esta respuesta, tan increíblemente rápida y complete en sus más mínimos detalles? ¿Posee el hipnotizador poderes mágicos o extraterrenales? ¡Una y mil veces no! ¡Por supuesto que no! Es sólo un técnico de gran competencia, que sabe lo que está haciendo, que ha preparado cuidadosamente todo el escenario, elegido los autores y la obra a ofrecer. Nada dejó liberado al zar. Así como dos más dos más don son, y serán indefectiblemente, seis, así se obtendrán los resultados ofrecidos con antelación.
Absolutamente todos los individuos de la raza humana son susceptibles a la sugestión y sólo varía en cada uno el grado. El hipnotizador no olvida en ningún momento este hecho cardinal: todo su procedimiento está basado sobre esta cualidad, la de la sugestibilidad universal. Tiene asimismo este experimentador otra ventaja que ha sido cuidadosamente explotada de antemano y es la que asegura el éxito rotundo de la demostración, antes aun de escoger el voluntario sobre el cual realizará la demostración, factor asimismo de importancia fundamental para el acabado perfecto de la tarea. El experimentador, en las etapas preliminares de la función, ha impreso en la audiencia por su comportamiento lleno de seguridad y confianza en sus propias facultades, la completa convicción de que es un experto en su campo, que, para usar el lenguaje popular, “sabe lo que hace”.
Además, y esto es lo más importante de todo el proceso, el hipnotizador ha tomado la precaución imprescindible de dar a todo el publico un test de sugestionabilidad, por otro nombre, de capacidad hipnótica. Se supone en el consenso popular que el sujeto que es hipnotizado en el escenario forma parte del espectáculo, es un actor especialmente para desempeñar el papel de hipnotizado. Grave error: el sujeto no es un colaborador del hipnotizador. Al menos, no en el sentido directo de la palabra, ya que sí lo es y colabora ampliamente, mucho mejor de lo que lo haría un individuo realmente asalariado. No, el hipnotizador escoge realmente a su sujeto o sujetos de entre la audiencia. Lo más frecuente es que lo vea por primera vez en la sala. Pero, y esta es la razón de la prueba o test colectivo de sensibilidad, él ya sabe cuáles son los sujetos hipnóticos de gran capacidad presentes en la sala. El efecto del acto hipnótico en el público es mucho mayor cuando uno de los miembros de la audiencia, a quien siempre otros del público conocen personalmente, se presente en forma voluntaria como sujeto. Esta presencia de una persona conocida en el escenario da un interés y una verosimilitud al espectáculo ce los cuales carecería con seguridad si no fuese así.
No obstante, no siempre resultan las cosas. El hipnotizador circense Tony Kamo, visitó mi país, el año 2004 y pude ver por televisión su última presentación. Debido probablemente a mi experiencia de tantos años en el tema, aprecie que alguien estaba simulando estar hipnotizada. Un artículo de un periódico ese mismo año, me dio la razón.
En 1998 se prestó para la farsa que el mentalista montó en Canal 13
Titi: “Tony Kamo me pidió que me hiciera la hipnotizada”
Seis años tuvieron que pasar para que Titi García-Huidobro se animara a revelar uno de los secretos más sabrosos de la llamada “magia” de la televisión: fingió estar bajo los efectos de la hipnosis para evitar que el segmento del mentalista Tony Kamo (defraudara) en uno de los capítulos del extinto “Viva el mundial” de Canal 13.
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