Es propio del Padre emplear las palabras “siempre” y “nunca”. Desde esta posición predice al “Niño” situaciones y consecuencias que pronto él descubre que no siempre se cumplen o que a veces se realizan. Sin embargo, el Niño tiene la imperiosa necesidad de estar bien con el Padre.
Así para un niño puede resultar más seguro creer en una mentira que dar crédito a sus propios ojos y oídos. El padre amenaza de tal manera al Niño (en un diálogo interior ininterrumpido) que el Adulto abandona y deja de investigar en las zonas de conflicto.
El niño comienza a apreciar que la vida exterior no es tan mala. Establece una reconciliación y restauración de la intimidad, desarrolla la voluntad de vivir.
Aunque significa aceptar situaciones falsas, es preferible a vivir en conflicto. Por esto se establece un equilibrio y el Adulto del niño le da un sentido a la vida, aprendiendo qué actitudes debe tener hacia los demás.
“Es importante tener presente lo que significa la posición “Yo estoy mal - tú estás bien” para un niño de tres años . Yo estoy mal significa: sólo mido sesenta centímetros, soy indefenso, soy frágil, soy sucio, no hago nada bien, soy torpe y no tengo palabras para hacerte comprender todo lo que siente en mi posición. Tú estás bien significa: mides metro setenta, eres fuerte, siempre tienes razón, conoces todas las respuestas, eres elegante, tienes sobre mí un poder de vida y muerte, puedes pegarme y hacerme daño y sigues estando bien”.
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