La hipnosis no es lo mismo que sueño. Mientras dormimos, la mente consciente permanece inactiva, y tanto ésta como la mente inconsciente son inaccesibles a la sugestión externa. La hipnosis es más bien una suspensión: el cuerpo duerme mientras que la mente permanece totalmente consciente y receptiva.
Una sensación de profunda relajación se extiende por cada nervio y cada músculo del cuerpo. Este agradable estado se combina con un sentimiento de beatitud.
El trance hipnótico es una prolongación provocada de una experiencia natural. Parte del tiempo permanecemos despiertos o estamos en trances de distinto grado. Todos caemos en un estado alterado de consciencia al menos dos veces al día: justo antes de despertarnos por la mañana y justo antes de quedarnos dormidos por la noche. En esos momentos, nuestros sentidos se desentienden de la influencia exterior. A veces, también se entra en estado hipnótico cuando se reflexiona y el pensamiento se concentra intensamente. La diferencia entre la hipnosis accidental y la programada está en el resultado. Y también en la intencionalidad característica de la segunda, en la que no permites que entre nada ajeno en el espacio curativo y creativo. La hipnosis accidental no da resultados, mientras que durante la hipnosis provocada se producen mejoras notables.
Cuando exploras el mundo interior de la mente y sus vínculos con el cuerpo, empiezas a descubrir y a sentir la belleza de su interior, y aprendes a alcanzar las maravillas del mundo que te rodea.
Sergio Valdivia
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